miércoles, 27 de diciembre de 2023

A palabras necias, boca abierta

 Basta ya. A palabras necias NO a los oídos sordos.

            No podemos llegar cada día al trabajo y tener que soportar al compañero de turno mach-(-ito, -o, -ista) que te manda a callar soterradamente, eleva la voz y encima te interrumpe constantemente, exhorta que compartas tu  material de trabajo en el que has trabajado horas y has añadido pizcas de cariño y amor y…para rizar el rizo y para colmar el vaso y para poner finalmente la guinda al pastel si no lo haces te manda una indirecta ácida y  adolescente (no señoras y señores la edad no está en el cuerpo, la edad también es relativa, porque la edad se alberga en el cerebro).

 

             Sí, el que todos los días se va antes de su hora y te mira de arriba abajo con socarronería (y añadimos zorrería, por qué  no) y te pregunta “¿y tú no te vas ya? Bueno, hasta luego, adiós, que te vaya bien”. Sí, el que te abre la ventana mientras estás concentrada trabajando y te irrumpe para comentarte que va a preguntar si pueden salir antes los alumnos (y las alumnas no existen) y de repente cierra la ventana para que no te enteres de la conversación con la persona a la que le va a realizar la cuestión y luego de forma chulesca la vuelve a abrir para comentarte que “nada”, no podemos cambiar nada.

 

No podemos seguir permitiéndolo mujeres de este mundo y aquí comparto mi pequeña, certera (espero), sincera aportación y mi total inmersión en el movimiento feminista.

 

            Quizá te sientas identificada con estas palabras, así que, en lugar de que nos manden a callar como Juan Carlos hizo con Hugo Chávez, debemos gritar: ¿Por qué no hablas, mujer? ¡Se acabó! Pon límites, habla, no te calles.

 (Por Maite Herrera Pérez)

 

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